La cosecha de la solidaridad
El camión se detuvo frente al portal del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos y, por un momento, pareció que todo el bullicio de la Carretera Central se quedaba suspendido. La caja del vehículo, repleta hasta el borde de plátanos verdes, yuca, sacos de arroz y ristras de ajo, traía consigo un mensaje que no cabía en ningún acta oficial: la solidaridad del campo espirituano, hecha donativo.
Eran las nueve de la mañana y el sol ya caía con fuerza sobre el pavimento. Un grupo de hombres, curtidos por el trabajo diario entre surcos, se apresuraba a descargar los productos. Uno de ellos sostenía con cuidado los costales de frijoles, como si cargara un bien demasiado valioso. Otro, bromeaba:
—Esto no pesa, compay, lo que pesa es la alegría de traerlo.
El panorama cotidiano del hospital está lleno de desafíos que esta donación ayuda a solventar. Foto Yosdany Morejón
No había discursos extensos, solo la convicción de que aquel gesto, nacido en las fincas de Cabaiguán, valía más que cualquier titular. Los campesinos, convocados por el Gobierno provincial, se habían organizado para donar alimentos a la principal institución hospitalaria de Sancti Spíritus, esa que cada día sostiene el pulso vital de cientos de pacientes y trabajadores.
El movimiento no fue improvisado. Detrás de los racimos y los quintales había un entramado de voluntades: la de quienes cultivan la tierra y la de las autoridades locales que, ante las estrecheces económicas del país, han apostado por fortalecer los vínculos entre los sectores productivos y los servicios sociales.
En tiempos donde la escasez golpea con crudeza los menús institucionales, este gesto —que ya se replica en otros municipios— pretende aliviar, aunque sea por unos días, la presión alimentaria que enfrenta el hospital.
“Se trata de una acción solidaria que demuestra que las soluciones pueden venir de la unión entre los actores locales”, apuntó el doctor Aliosky Polo Santana, director del centro asistencial, mientras supervisaba la descarga. “No es solo un alivio logístico, es un símbolo del compromiso de nuestra gente con la salud pública”.
Las cifras hablan por sí solas: decenas de quintales de viandas y granos alimenticios como arroz y frijoles, además de carne de carnero y ajo, salieron desde las cooperativas y fincas cabaiguanenses rumbo al hospital provincial. El gesto, aunque simple en apariencia, lleva la hondura de los actos verdaderamente grandes: se entrega lo que se tiene, no lo que sobra.
Lester Pino Orozco, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Juan González. Foto Yosdany Morejón
LA SEMILLA DE LA GRATITUD
Entre quienes subieron al camión estaba Yuniesky Rodríguez Hernández, productor independiente vinculado a la Empresa Agroindustrial de Cabaiguán. Llevaba días sin dormir bien, entre el trabajo y las preocupaciones domésticas: su esposa había dado a luz apenas 24 horas antes, justo en ese hospital al que ahora llegaban sus donaciones.
—Uno nunca sabe —dice con voz serena—, pero cuando ves a tu familia ahí adentro, entiendes lo importante que es esto que estamos haciendo.
No lo mueven el protagonismo ni la recompensa, sino una satisfacción más íntima: la de saberse útil. “Esto nació entre nosotros mismos. Los campesinos decidimos que cada vez que podamos debemos apoyar la Salud, la Educación y los hogares de ancianos. No somos ricos, pero tenemos lo esencial: el deseo de compartir”.
A su lado, Lester Pino Orozco, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Juan González, recuerda cómo comenzó todo: una conversación informal, un comentario de que en Villa Clara ya se había hecho algo similar, y la chispa que encendió la voluntad colectiva.
Varios productores de Cabaiguán se unieron a esta iniciativa gestada por el Gobierno de la provincia. Foto Yosdany Morejón
“Nos dijimos: si ellos lo hacen, ¿por qué nosotros no? Este pueblo también puede ayudar. No lo vemos como una pérdida, sino como una responsabilidad. Nuestro objeto social es producir alimentos, pero también apoyar a la comunidad en momentos difíciles”.
De aquella idea inicial nació un compromiso que trasciende: cada mes, un grupo de productores se turnará para enviar donativos al Hospital provincial. No importa si el sol quema o si las lluvias apagan los surcos; los hombres y mujeres del campo espirituano han decidido mantener viva esta cadena de generosidad.
Alberto Beatón Núñez, intendente del municipio de Cabaiguán, conoce bien el valor de esas manos. “Somos un territorio eminentemente agrícola —explica—, con más del 80 por ciento de nuestras tierras dedicadas a la producción. Allí funcionan 9 CPA, 27 Cooperativas de Crédito y Servicio (CCS), 9 Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) y 31 productores de avanzada. Hemos tejido un vínculo estrecho entre ellos y las instituciones sociales: círculos infantiles, asilos, escuelas, hospitales… Todos reciben, en alguna medida, el respaldo directo del campo”.
El intendente asegura que no se trata solo de donaciones ocasionales. En Cabaiguán se ha implementado un sistema de trabajo que busca que las instituciones adquieran sus productos agrícolas de forma directa, con precios diferenciados y sostenibles. La meta es fortalecer la soberanía alimentaria local.
El sol aprieta pero los hombres descargan los sacos de alimentos para el hospital espirituano. Foto Yosdany Morejón
“Hoy estamos aquí —dice Beatón—, pero mañana puede ser otro municipio. Queremos que esta experiencia se extienda a toda la provincia. El hospital Camilo Cienfuegos es la casa de todos; por eso vinimos hasta acá”.
En total, los productores reunieron 119 racimos de plátano, cuatro quintales de arroz, cuatro de frijoles, 43 quintales de yuca, 10 ristras de ajo, un quintal de harina y dos carneros de unas 100 libras cada uno.
Mientras descargaban los sacos, Yuniesky miraba hacia la entrada principal del hospital. Sabía que, en algún piso, su esposa sostenía al recién nacido que acababa de llegar al mundo. En silencio, sonrió. Quizás en ese instante comprendió que el ciclo de la vida —del surco a la mesa, del esfuerzo al alivio— seguía su curso natural.
El objetivo es lograr una con una alimentación balanceada y de calidad. Foto Yosdany Morejón
EL HOSPITAL Y EL PAN COMPARTIDO
Dentro del Hospital, el movimiento no cesa. En la cocina, los trabajadores del servicio de alimentación revisan los nuevos productos: la yuca, el plátano sin golpes, el arroz limpio. Afuera, el administrador Eduardo Casdelo Gutiérrez, subdirector administrativo, no oculta su alivio.
“Este gesto nos da un respiro. Mantener un hospital de más de 700 camas no es fácil. Diariamente aquí se consumen entre ocho y diez quintales de viandas, tres quintales de arroz y uno de granos. A veces tenemos que recurrir a terceros para comprar lo que falta, y eso encarece el presupuesto”.
El donativo de los productores, explica, cubre al menos tres o cuatro días de alimentación básica para pacientes y trabajadores. Pero, más allá de la cifra, abre una puerta a nuevas formas de cooperación.
Eduardo Casdelo Gutiérrez, subdirector administrativo del hospital espirituano. Foto Yosdany Morejón
“Queremos establecer contratos directos con ellos, para que puedan vendernos a precios justos, sin intermediarios. No se trata de que nos den gratis todos estos productos, sino de crear un sistema sostenible donde todos ganemos: el campesino, la institución y, sobre todo, el paciente”.
El panorama cotidiano del hospital, describe Casdelo, está lleno de desafíos: “Hacemos magia todos los días —dice con una sonrisa—, pero no dejamos de alimentar a nadie. Cada desayuno, cada merienda, cada cena la brindamos con la mayor de las satisfacciones”.
El doctor Aliosky Polo Santana no estaba en su oficina aquella mañana. Había bajado al almacén de alimentos del hospital, donde los trabajadores organizaban el espacio para recibir la carga. Entre sacos y cajas, aguardaba la llegada del camión como quien espera a viejos amigos.
El hospital, recuerda el director, mantiene un promedio de 721 camas ocupadas, incluidas las 252 del Hogar Materno, además de los ingresos pertenecientes a especialidades médicas y quirúrgicas; así como el Servicio de Hemodiálisis con 119 pacientes en estos momentos.
“Cada paciente pasa aquí alrededor de ocho días. Si logramos que ese tiempo transcurra con una alimentación balanceada y de calidad, hemos cumplido nuestra misión. Y este gesto contribuye directamente a eso”.
En medio del bullicio, un detalle pasó casi inadvertido: el chofer del camión, un hombre de pocas palabras, rehusó cobrar un centavo por el traslado. Tampoco quiso ofrecer declaraciones a la prensa. “Esto no tiene nada de especial —dijo antes de marcharse—, es lo que hay que hacer.” Y se fue, sin esperar aplausos, con la discreción de quien sabe que los actos más nobles no siempre necesitan testigos.
El director del hospital lo observó alejarse, consciente de que ese espíritu —el de dar sin esperar nada a cambio— era el verdadero combustible que sostenía aquella jornada.
Decenas de quintales de viandas y granos alimenticios como arroz y frijoles fueron donados al Hospital Provincial de Sancti Spíritus. Foto Yosdany Morejón
CUANDO EL SURCO LLEGA HASTA EL HOSPITAL
Al caer la tarde, el camión regresó por los caminos sinuosos de la campiña cabaiguanense con el olor a tierra todavía prendido en las lonas. En los surcos, la noticia ya empieza a correr de finca en finca: que el hospital comió del sudor del campesino, que las viandas del monte se volvieron alivio en las bandejas de los enfermos.
Dicen que en las cooperativas se habla distinto desde ese día. Que los hombres madrugan con más brío porque saben que una libra de frijoles o un racimo de plátanos puede hacer más por la salud que mil discursos.
En el Hospital, las cocinas hierven con otro ánimo. El vapor que escapa de las ollas se mezcla con el aroma a esperanza y en cada sala alguien prueba el sabor de lo que el campo dio sin pedir nada a cambio.
Yuniesky, desde el portal, mira hacia la ventana donde su esposa acuna al recién nacido. Afuera, el campo siembra con paciencia; dentro, la vida nace otra vez. Así, la tierra y el hospital se dan la mano y entre ambos late un mismo pulso: el de un país que, incluso en la escasez, encuentra en la solidaridad su mejor cosecha.
No te pierdas nada. Únete al canal en WhatsApp de Radio Sancti Spíritus.
Noticia, En Audio, Salud, Sancti Spíritus , apoyo solidario, HOSPITAL CAMILO CIENFUEGOS, Solidaridad