El riesgo de estar siempre conectados

El riesgo de estar siempre conectados

Vivimos en un mundo hiperconectado: las notificaciones no descansan, los correos llegan a cualquier hora y las redes sociales se han convertido en una ventana permanentemente abierta. La era del “Always On” (siempre conectados) ha difuminado los límites entre lo personal, lo profesional y lo digital. Pero, ¿a qué costo?

Cada vez más expertos en salud mental advierten sobre el impacto emocional de no poner límites claros con el trabajo y las redes sociales. El agotamiento digital, el estrés laboral crónico y la ansiedad por comparación son solo algunas de las consecuencias de estar constantemente disponibles y expuestos. Frente a esto, establecer límites emocionales se ha vuelto no solo recomendable, sino imprescindible.

Una de las grandes trampas del teletrabajo y la hiperconectividad es la falsa idea de productividad constante. Muchos empleados sienten la presión de responder correos fuera del horario laboral o atender mensajes de trabajo en fines de semana. Esto desgasta y crea una dinámica tóxica en la que se confunde la disponibilidad con el compromiso.

“Establecer límites con el trabajo implica reconocer que el tiempo fuera de la jornada es valioso y necesario para tu bienestar —explica la psicóloga laboral Andrea Robles—. Desactivar notificaciones fuera del horario, usar un dispositivo separado para temas laborales o establecer un mensaje automático fuera de horario pueden marcar esa frontera”.

Además, es clave aprender a decir que no, rechazar tareas fuera del alcance o proponer tiempos razonables de entrega para conservar el equilibrio emocional.

Del mismo modo sucede con las redes sociales, una herramienta poderosa de comunicación, pero también un terreno fértil para la sobreexposición, la adicción y la comparación constante. Estudios recientes revelan que el tiempo excesivo en plataformas como Instagram o TikTok puede aumentar los niveles de ansiedad y disminuir la autoestima.

Hacer un uso consciente de estas plataformas es el primer paso para superar la adicción que generan. Algunas estrategias recomendadas para ello incluyen la necesidad de establecer horarios fijos para revisar redes sociales; evitar su uso en las primeras y últimas horas del día; desactivar notificaciones innecesarias; hacer “días sin redes” como una forma de desintoxicación digital; seguir cuentas que nutran emocionalmente y dejar de seguir aquellas que generen ansiedad o incomodidad.

Desconectarse no es sinónimo de irresponsabilidad ni de aislamiento, sino, por el contrario, un acto de autocuidado. El descanso permite procesar lo vivido, recuperar energía y reconectar con lo que importa. Incorporar momentos de pausa en la rutina, practicar meditación, y fomentar actividades fuera de lo digital (leer, caminar, cocinar o compartir con otros cara a cara) puede ayudar a restaurar el equilibrio interno.

Establecer límites emocionales con el trabajo y las redes sociales no es evadir responsabilidades, sino proteger la salud mental, el tiempo y el bienestar. En un mundo donde estar conectado parece la norma, desconectarse se convierte en un acto revolucionario.

Fuentes: Juventud Rebelde, BBC Mundo, El País

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