Urgencias sobre el veguerío
El tabaco ha echado bastante humo por estos días en Sancti Spíritus. Sucede cada vez que, como ahora, se empata una campaña con otra, solo que en esta ocasión las urgencias sobre el veguerío apremian.
Cuando se intenta copiar aún hasta la última hoja más allá del tiempo habitual, algunas bocanadas alivian, otras preocupan.
Y es que sobre el tabaco, a pesar de las alertas de salud sobre lo dañino de su consumo, están puestas no pocas miradas, unas porque, contrario a otros rubros exportables de Cuba, este sigue instalado en el mercado internacional con demanda y compradores garantizados, y ni las campañas en su contra han podido hacer mella en las preferencias de los fumadores, que siguen viendo a nuestro Habano como el mejor del mundo.
Ello significa que este es hoy una de las pocas líneas exportables que genera divisa dura, tanto para revertirse en la propia rama como para inyectarle dólares a otros programas económicos sociales de la nación, que hoy se resienten, y mucho, de la falta de financiamiento para al menos subsistir.
Por eso que la campaña tabacalera 2024-2025 haya significado un par de crecimiento productivo y ciertas luces en la recuperación genera algún aliciente, pero hasta ahí.
Primero, porque crecer sobre una campaña anterior que tocó fondo y fue de las peores de la historia tampoco es para aplaudir. Segundo, porque los saldos de esta enseñaron las reservas que aún existen en una tierra que, si algo le sobra, es cultura tabacalera.
Pero esa propia cultura dice que sobre las vegas no todo se resuelve con recursos, pues según sostienen los directivos de la agricultura aquí, el tabaco es de los poquísimos cultivos que se precia de tener garantía de los insumos imprescindibles, que en muchos casos son aprovechados por los cosecheros en otras líneas agrícolas, que dan menos trabajo que éste y dinero constante y sonante más rápido.
No es secreto que las más de 500 hectáreas que se agregaron de un año a otro en la modalidad sol en palo se debieron básicamente al incremento de los incentivos financieros a fin de acortar un poquito las diferencias abismales con el tapado, aunque a pesar de las mejoras las inconformidades de los cosecheros se mantuvieron y de hecho llegaron hasta el plenario del Octavo Congreso del ANAP donde parecen haber encontrado oídos pues para la campaña 2025-2026 ya se aprobaron más incentivos que se traducen en dinero.
Pero el pasado año esas decisiones llegaron tarde tanto como con la siembra ya en proceso, lo cual motivó que todo se atrasara, en especial la plantación que aunque se cumplió se estiró hasta marzo muy fuera del cronograma y tres meses después de lo que llaman los propios cosecheros la época óptima y esa decisión de plantar a toda costa en busca de más producción, la vega que tiene un código propio y no entiende de entusiasmos lo cobró baja supervivencia, más de 185 hectáreas afectadas por el orobanche, pérdida de hectáreas que no pudieron recogerse por el encarecimiento de la fuerza de trabajo que dejó capadura en las vegas. En resumen rendimientos por debajo de lo esperado sobre todo en el sol palo.
Otras plagas atacaron la campaña como problemas agrotécnicos de todo tipo, el mal estado de las casas de cura, atrasos en los pagos a los productores incluidos casi 21 millones de pesos.
Lo dijeron, aunque tarde, los productores y hasta los directivos: el tabaco no puede sembrarse ni por obligación ni por presión.
Por lo que se anuncia, la campaña 2025-2026 debe mantener la tendencia al crecimiento; sólo falta que lo que es un ABC en una tierra tabacalera como esta pueda preverse antes, mucho antes, y no luego, cuando ya el humo del tabaco está enrarecido.
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