Hermanos Saíz, los jóvenes que, después de muertos, siguieron combatiendo
Amanecía el 13 de agosto de 1957 cuando dos jóvenes intelectuales, Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, fueron abatidos a tiros en plena calle, frente al Cine Martha de San Juan y Martínez, en Pinar del Río. Tenían apenas 17 y 18 años. El crimen, ordenado por el esbirro Salas Cañizares, jefe del Buró de Investigaciones de la dictadura batistiana, no solo truncó dos vidas, sino también una vocación precoz por la justicia social, la poesía y el pensamiento revolucionario.
Luis y Sergio eran hijos de una familia culta, liberal y católica. Desde edades tempranas destacaron como estudiantes brillantes y comprometidos con las causas de su entorno. Publicaron en la prensa local, fundaron revistas escolares, promovieron actividades culturales, participaron en debates públicos y cuestionaron abiertamente la represión y la corrupción del régimen de Fulgencio Batista.
Ambos formaban parte del Movimiento 26 de Julio y se encontraban organizando una célula en San Juan y Martínez, pero sus armas principales eran la palabra y la acción cívica: impulsaban campañas de alfabetización, escribían artículos que desnudaban la violencia oficial, buscaban despertar conciencia en una juventud dormida o atemorizada. Sergio, el mayor, era poeta; Luis, ensayista. Su producción escrita revela una madurez ideológica inusual para su edad.
No eran muchachos armados ni involucrados en acciones violentas. Por eso su asesinato tuvo un profundo impacto moral en la comunidad. La orden de matarlos, ejecutada por agentes encubiertos del régimen, respondía al temor que provocaban sus ideas y su capacidad de liderazgo. No eran soldados, pero sí militantes peligrosos para la dictadura, porque representaban el germen de un pensamiento insurgente enraizado en la cultura.
Uno de los documentos más citados de Luis es El adolescente y la revolución, ensayo inacabado en el que reflexiona sobre el papel de la juventud en la transformación del país. En él asegura: “Nuestra juventud no puede ser indiferente. Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”. Esa frase se ha convertido en emblema de generaciones posteriores por su fuerza simbólica y por el altísimo precio que Luis pagó por escribirla.
El día de su muerte planeaban reunirse con otros jóvenes para organizar una protesta silenciosa en homenaje al cumpleaños de Fidel Castro. Llevaban consignas escritas, entre ellas una que decía: “Fidel vive en el corazón del pueblo”. Nunca llegaron a desplegarla. Fueron interceptados por agentes batistianos, sacados del portal del cine donde esperaban y asesinados a mansalva.
Tras el triunfo revolucionario en 1959, el caso de los hermanos Saíz se convirtió en símbolo del costo de la resistencia cultural e intelectual. En su honor se fundó, en 1986, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), organización que agrupa a la joven vanguardia artística cubana. Cada 13 de agosto se les rinde tributo con actividades culturales y debates sobre el papel de los jóvenes en la sociedad.
En San Juan y Martínez, su ciudad natal, la antigua casa familiar es hoy un sitio de memoria. Allí se conservan manuscritos, fotografías, documentos y objetos personales. El espacio no solo recuerda el crimen, sino también la profundidad de su legado como escritores, educadores y activistas.
Fuentes: Periódico Escambray, La Jiribilla, Ecured
No te pierdas nada. Únete al canal en WhatsApp de Radio Sancti Spíritus.