¿Qué puede hacer Trinidad de Cuba para preservar su condición de Patrimonio de la Humanidad?
Ubicada entre el Escambray y el mar Caribe, la ciudad de Trinidad exhibe uno de los conjuntos urbanos coloniales mejor conservados de América Latina. Fue fundada en 1514 por el Adelantado Don Diego Velázquez de Cuéllar, y su centro histórico, junto al cercano Valle de los Ingenios, obtuvo la condición de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, en reconocimiento a su excepcional valor histórico, arquitectónico y cultural.
Sin embargo, a más de tres décadas de este reconocimiento, el esplendor patrimonial de Trinidad enfrenta serias amenazas que podrían poner en riesgo su estatus. Entre los principales desafíos están el deterioro del patrimonio edificado, el turismo no planificado, la emigración de población joven y la escasez de recursos financieros.
Radio Sancti Spíritus identifica cinco acciones concretas que permitirían preservar este tesoro para las generaciones futuras.
- Reforzar la conservación del patrimonio arquitectónico
Uno de los pilares fundamentales para preservar el estatus de Patrimonio de la Humanidad es el mantenimiento y restauración del tejido urbano original. Muchas de las casonas coloniales, calles empedradas y plazas se encuentran en peligro debido a la humedad, las filtraciones y la falta de materiales adecuados para su reparación.
Para enfrentar este problema, se necesita una estrategia sostenida de restauración integral que combine los saberes tradicionales con tecnologías modernas. Es clave fortalecer instituciones como la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad, dotándola de recursos financieros y humanos especializados.
- Promover un turismo sostenible y equilibrado
Trinidad vive una paradoja: el turismo es fuente vital de ingresos, pero también representa una amenaza si no se gestiona adecuadamente. La afluencia masiva de visitantes ha generado una proliferación de casas de renta, restaurantes y actividades que, en algunos casos, alteran la fisonomía y dinámica de la ciudad.
Es necesario aplicar un modelo de turismo sostenible que ponga límites a la capacidad de carga del centro histórico y diversifique las ofertas hacia zonas periféricas o rurales, como el Valle de los Ingenios o las playas cercanas. Las regulaciones urbanísticas deben ser estrictas con las nuevas construcciones y garantizar que toda intervención respete la armonía arquitectónica.
- Fomentar la participación comunitaria y el sentido de pertenencia
La conservación patrimonial no puede limitarse a esfuerzos institucionales: requiere del compromiso activo de la comunidad. Es fundamental involucrar a los residentes de Trinidad en las decisiones sobre el uso y gestión del patrimonio.
Esto implica fomentar espacios de participación ciudadana y programas educativos que resalten el valor histórico y cultural de la ciudad. Una mayor inclusión de las escuelas, las organizaciones locales y los jóvenes en talleres de historia local, restauración y gestión cultural permitiría generar un sentimiento de orgullo y corresponsabilidad.
- Impulsar una economía local sostenible
La conservación del patrimonio necesita una base económica sólida. En Trinidad, muchas de las actividades económicas están ligadas al turismo, lo que genera una fuerte dependencia y vulnerabilidad ante crisis externas. Diversificar la economía local es clave. Se deben fomentar en mayor medida los oficios tradicionales, apoyar a emprendedores culturales y artesanos, e impulsar formas de agricultura orgánica en el entorno rural. Además, buscar alianzas con organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales de corte cultural permitiría acceder a fondos de cooperación y asesoramiento técnico.
- Fortalecer la planificación urbana y la resiliencia climática
No se puede hablar de preservación sin tener en cuenta el cambio climático. Trinidad, como ciudad costera y montañosa, está expuesta a huracanes, lluvias intensas y fenómenos de erosión. Se requiere un plan urbanístico integral que incorpore criterios de resiliencia climática y gestión de riesgos. Esto incluye mejorar el drenaje pluvial, proteger el litoral, controlar la expansión urbana y reforzar las edificaciones históricas ante eventos extremos.
Fuentes: Periódico Escambray, Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios, Revista Tornapunta
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