Serafín Sánchez según Thelvia Marín: así es el complejo monumental más célebre de Sancti Spíritus

Serafín Sánchez según Thelvia Marín: así es el complejo monumental más célebre de Sancti Spíritus

En la historia del arte cubano, pocas mujeres han dejado una huella tan sólida e indeleble como Thelvia Marín Mederos. Escultora, crítica de arte, promotora cultural y comprometida con la defensa de la identidad nacional, Marín se destacó por la solidez formal de su obra y por su sensibilidad para capturar los valores fundacionales de la patria. Su legado artístico, amplio y diverso, se alza en múltiples rincones de la geografía cubana, pero es en Sancti Spíritus donde alcanza sus más altas expresiones.

Nacida en la villa del Yayabo en 1922 y fallecida en La Habana en 2016, Thelvia Marín vivió una vida de creación intensa, con una obra que abordó temáticas patrióticas, históricas y humanas. Licenciada en Filosofía y Letras, y más tarde Doctora en Ciencias del Arte, combinó su formación académica con una mirada profundamente humanista, influida por su compromiso con los ideales de justicia social.

Aunque en sus primeros años incursionó en la literatura y la crítica de arte, su vocación por la escultura encontró terreno fértil en los años 70 y 80, cuando participó en proyectos públicos de gran formato. A lo largo de su carrera, Marín realizó bustos, relieves y monumentos dedicados a figuras clave de la historia cubana como José Martí, Maceo, Mariana Grajales y Celia Sánchez. Especial trascendencia han tenido sus esculturas de Camilo Cienfuegos, en Yaguajay, y de Faustino Pérez, en Cabaiguán.

Entre sus obras más emblemáticas destaca el complejo escultórico al Mayor General Serafín Sánchez, inaugurado en la década de 1980 en la Plaza de la Revolución de Sancti Spíritus. Esta creación suya no solo honra la figura del patriota espirituano, sino que se ha convertido en un símbolo de la ciudad y en un punto de convergencia para la reflexión histórica y la vida cívica de la provincia.

El monumento se erige con gran fuerza expresiva en una composición escultórica que fusiona elementos figurativos y simbólicos. En el centro, una imponente figura de Serafín Sánchez de pie, con la mirada al frente, el machete al cinto y el gesto sereno de enseñar las primeras letras a un esclavo liberto. No es un guerrero exaltado, sino un hombre consciente de su destino, representación del carácter de Sánchez, quien participó en las tres guerras de independencia y cayó en combate en 1896.

La escultura de Marín no se limita al retrato individual. En la base del monumento, una serie de bajorrelieves narran escenas de lucha, momentos de la vida del héroe y figuras anónimas que acompañaron la gesta emancipadora. Esta narrativa en piedra y bronce recuerda que la historia de Cuba no la escribieron solo las grandes personalidades, sino también el pueblo llano, los campesinos y las mujeres que sostuvieron la resistencia.

Formalmente, la obra destaca por su monumentalidad equilibrada. Marín rehúye del efectismo para apostar por una estética sobria, de líneas definidas y lenguaje directo. La integración con el entorno urbano también fue concebida con cuidado: la plaza se convierte en un espacio de contemplación y encuentro, donde lo escultórico no invade, sino que dialoga con la vida cotidiana.

Hoy, a casi una década de su fallecimiento, el nombre de Thelvia Marín sigue siendo sinónimo de arte con conciencia. Su escultura de Serafín Sánchez permanece en pie como un testimonio de lo que fue capaz de hacer una artista que comprendió que en el bronce también se puede escribir la historia.

Fuentes: Periódico Escambray, Cubadebate, Portal Cubarte

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