El verdadero diploma de un actor

El verdadero diploma de un actor

—Hablando de personajes… Arnaldo, ¿te acuerdas del payaso Trompoloco?

—¡Claro que me acuerdo! No sé lo que piensas, pero, en mi concepto, Trompoloco es el payaso insigne para más de una generación de cubanos. Ese era un personaje creado por un actor a quien recuerdo con mucho cariño: Erdwin Fernández.

—Pues sucede que tuve la suerte de leer su libro La carpa azul, del propio Erdwin, publicado después de la muerte del actor, en el año 98.

—Entonces, traes una de las anécdotas suyas.

—Y esta, por cierto, aparece enseguida, en las primeras páginas del libro. En su primer párrafo, Erdwin Fernández dice: “les sorprenderá saber que yo soy el único suspenso en actuación de mi curso en el Teatro Universitario de La Habana”.

—¡¿Cómo que suspenso?! ¡Pero si trabajó en radio, cabaret, cine, circo, televisión por muchísimos años!

—Pues, Arnaldo, amigo mío, aunque no lo creas, así mismo fue: el único desaprobado en actuación en su curso del Teatro Universitario.

—Ahora sí que me dejas frío con eso.

— Claro que no lo entiendes. Tampoco lo entendió Erdwin Fernández cuando el profesor le dio la nota final.

—Gaspar, por favor, acaba de desenredar esa historia…

—Te explico. En los primeros párrafos de su libro La carpa azul, Erdwin Fernández cursó dos años de estudios en el entonces Teatro Universitario de La Habana. Y en el último examen, el único que le faltaba para graduarse, el profesor de actuación lo suspendió.

— ¿Y qué pasó? Porque imagino la justa protesta de Erdwin…

— Supone usted muy bien, mi querido amigo. Erdwin, entonces con diecitantos años de edad, como él mismo dice en su libro, protestó ardorosamente. Y fue en ese momento cuando el profesor, a quien identifica como Fulano de Tal, le dio una verdadera lección. Que, por cierto, pudiéramos aplicarnos quienes nos dedicamos a cualquier manifestación del arte.

—Gaspar, ¿qué le dijo el profesor?

— El profesor que suspendió a Erdwin le dijo: “¿Para qué necesitas un diploma en el que yo, como profesor, afirme que tú sabes actuar?” Y oye esta frase, que no tiene desperdicios: “Cuando le enseñes el diploma de actuación a alguien, te dirá: ‘¡Ah, sí, muy bien! ¡Pero sube al escenario y demuéstralo!’”

— Ahora recuerdo a un amigo común que, en casos como estos, hablaba de la papirocracia. Todo parece justificarlo un papelito…

— Pero fíjate en lo que dijo aquel profesor que suspendió a Erdwin Fernández: “No te hace falta ningún certificado porque, de ahora en adelante, cada vez que subas a escena estarás examinándote de actuación. Y el público es el que va a darte la nota.

—Hmmm, pensándolo bien, es cierto. ¡A todos nos pasa lo mismo!

— ¿Te das cuenta? Finalmente, aquel profesor dijo a Erdwin: “Recuerda que un actor vale lo que consiga en su última actuación. Si lo último que hizo fue un desastre, entonces ese actor es un desastre.”

Es una experiencia como para no olvidarla y que agradeceremos siempre al inolvidable Erdwin Fernández, por llevarla a su libro La carpa azul.

“…Amigos, suficiente por hoy”.

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