Menores de edad en Sancti Spíritus: ¿libres de las sombras del alcohol?

Menores de edad en Sancti Spíritus: ¿libres de las sombras del alcohol?

La irresponsabilidad en la comercialización de bebidas alcohólicas a menores de edad no solo vulnera su salud y desarrollo, sino que también pone en riesgo la convivencia y la seguridad de toda la comunidad.

La venta ilegal de bebidas alcohólicas a menores en Sancti Spíritus se ha convertido en un problema que, lejos de limitarse a una infracción aislada, implica una cadena de consecuencias que afecta gravemente el orden público y la seguridad de la comunidad.

En julio de 2023, el teniente coronel Liván Linares Martínez, segundo jefe de la Policía Nacional Revolucionaria en el territorio, informaba a la prensa sobre la detención de un grupo organizado de adolescentes y jóvenes que, bajo los efectos del alcohol, provocaron hechos violentos en la ciudad de Sancti Spíritus.

Algunos de los implicados en este caso eran estudiantes de Secundaria y Preuniversitario y residían en los Consejos Populares de Jesús María y Kilo-12, así como en el Reparto Escribano y ocasionaron lesiones leves y graves a las víctimas.

El propio oficial reconoció que, en horas de la madrugada y al concluir las actividades festivas propias del verano, estas personas antes de retirarse a sus domicilios causaban desórdenes públicos.

El fenómeno evidencia cómo la irresponsabilidad en la venta de alcohol a menores no solo pone en riesgo la salud y el futuro de estos, sino que también contribuye a un aumento significativo de delitos.

El impacto de este fenómeno se agrava cuando se toman en cuenta las confesiones de algunos dependientes de establecimientos privados, quienes confesaron que no preguntan la edad a quienes compran bebidas alcohólicas, en especial cervezas.

Esta falta de control en el punto de venta facilita que los menores accedan a dichas sustancias, lo cual incrementa el riesgo de comportamientos agresivos y disturbios en las calles. La permisividad comercial, sumada a la desatención en la verificación de la edad, crea un caldo de cultivo ideal para la proliferación de conductas delictivas.

La situación se complica aún más cuando se combinan factores como la falta de supervisión por parte de los adultos.

Hace poco menos de un mes, Amparo Pereira Rosa, fiscal jefa provincial, alertaba sobre la creciente participación de menores de edad bajo los efectos del alcohol, así como de jóvenes entre 16 y 18 años, en hechos delictivos de marcado rechazo social, como son los robos con violencia, desórdenes públicos y lesiones.

Para frenar el flujo de alcohol que llega a manos de menores es imperativo que las autoridades intensifiquen las inspecciones y sanciones a los establecimientos que incurran en estas prácticas ilícitas y, por ende, reducir los episodios de desórdenes públicos asociados.

Ante este panorama, es fundamental hacer un llamado urgente a los padres para que asuman su rol de guardianes en la protección de sus hijos. Deben estar siempre alertas.

La prevención comienza en el hogar, donde deben inculcarse valores y límites que protejan a los menores de caer en comportamientos autodestructivos. Es vital que las familias se mantengan informadas y colaboren activamente con las autoridades para denunciar cualquier irregularidad que pueda poner en peligro el bienestar de la juventud.

También resulta esencial que se establezcan mecanismos de control efectivos y se refuercen las campañas de concienciación para evitar que este tipo de situaciones se agraven. La protección de los menores y la garantía de un entorno seguro y saludable deben ser una prioridad ineludible para el futuro de nuestra sociedad.

Las agresiones y desórdenes generados por estos actos violentos son un claro síntoma del deterioro de los valores y la supervisión en ciertos sectores de la sociedad. La situación requiere una respuesta firme por parte de las autoridades, que deben intensificar las medidas de control y sanción para erradicar estas prácticas.

La situación se agrava en un contexto de crisis alimentaria, donde las medidas extraterritoriales, el bloqueo impuesto desde el exterior y nuestros propios errores acumulados por décadas, han generado escasez y elevados precios en productos esenciales.

Y es que el consumo de alcohol entre menores está estrechamente vinculado con un aumento en la incidencia de delitos y actos violentos. La falta de madurez y el deterioro de la capacidad de juicio, exacerbados por los efectos del alcohol, conducen a situaciones en las que los menores pueden perder el control de sus acciones, involucrándose en peleas, vandalismo y disturbios en espacios públicos.

Finalmente, la exposición temprana al alcohol puede tener consecuencias devastadoras en la dinámica familiar y social.

Es crucial que la comunidad trabaje en implementar medidas preventivas y de control que promuevan la educación sobre los peligros de este hábito nocivo.

En definitiva, la venta de bebidas alcohólicas a menores en Sancti Spíritus y sus consecuencias, evidenciadas en episodios de desorden público y agresiones, requieren una respuesta coordinada entre autoridades, vendedores y familias. Solo a través de una acción conjunta y rigurosa se podrá garantizar la seguridad de la población y proteger el derecho de los menores a crecer en un entorno saludable y libre de las sombras del alcohol.

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Sancti Spíritus ,  

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