Miguel Companioni: La luz de sus canciones.

Este 21 de febrero la música cubana conmemora el 60 aniversario del fallecimiento de Miguel Rafael Companioni y Gómez.

La calidad y el número de las creaciones de Companioni lo colocan por derecho propio en el altar de la trova cubana.

Más de 300 obras tienen el sello del espirituano, buena parte de estas con título de mujer: “Herminia”, “Rosalba”, “Esther”, “Serafina” y “Lilí”, entre otras.

Miguel Companioni es un genio de música; hay que situarse en contexto. Imaginar en esa época a un ciego provinciano, ciego desde niño, en convivencia y desventaja con otros grandes de la trova cubana. Un ciego que no se amedrentó ante la vida y encontró en la música un seguro refugio.

Un ciego que estudió guitarra y piano; fundó el Coro de Clave de Santa Ana; formó y dirigió las orquestas Francesa (1920) y La Argentina (1921).

Existen tres obras musicales que identifican a Sancti Spiritus: “Pensamiento” “Rosalba” y “Mujer Perjura”. Baste decir que las dos últimas son de la autoria de Companioni.

Habría que hacer una imaginaria encuesta: ¿Qué obra se ha cantado más? “Pensamiento” o “Mujer perjura”?. Yo digo que siempre se cantan las dos, y en la mayoría de las ocasiones se canta una detrás de otra.

Y por si fuera poco queda “Rosalba”, expresión de la belleza femenina, tratada con delicadeza, y un texto desde la sencillez, minimalista y de profunda ternura.

Cómo percibía la realidad Companioni?, de qué fuentes se nutrió?. Qué textos poéticos consultó? Cómo enfrentaba las madrugadas de serenatas y Coros de Claves?  Todo eso desde su ceguera y en un momento en que no debió tener fácil acceso al sistema Braille de lectura, que ya había sido creado en 1825.

A 60 años de su fallecimiento, Miguel Companioni es un misterio, un mito para los espirituanos. Seis décadas después sus canciones nos acompañan como desde el primer día.

Miguel Companioni, un hombre que llevaba por dentro su luz.