De murales y esculturas

De murales y esculturas

En Sancti Spiritus, villa fundada en 1514 y con una profusa tradición en las Artes Plásticas,se ha mantenido la tradición, renovada con la existencia de innumerables obras, que le confieren a este territorio carta de ciudadanía.

Un centro arquitectónico que resalta por su belleza y la conservación de edificaciones de siglos anteriores, es un espacio adecuado para que la imaginación de nuestros creadores logre integrar su visión del entorno a las más altas exigencias de la estética con la concepción de murales y esculturas.

El barro, la piedra, el bronce y el prefabricado –no importa cual sea el material escogido- lo cierto es que Sancti Spiritus puede preciarse de exhibir a gran escala una galería de arte al aire libre.

Esta historia comenzó con acciones en la que unos pocos se aventuraron tímidamente en las paredes de la avenida de los Mártires y la Sede de la Asamblea Provincial del Poder Popular. Pero lo sembrado entonces fructificó y ya el transeúnte identifica sus rincones más queridos con la dedicación y el buen gusto.

Hacer un mural a gran escala es oficio de entendidos. La integración al ambiente urbanístico, los materiales a emplear, las dimensiones y el mensaje a trasmitir resultan indispensables, y en este caso el fenómeno artístico no se ha manifestado como una burda competencia donde cada cual pretende dejar su huella para la posteridad a cualquier costo.

Los murales y las esculturas espirituanas dan fe del papel social de la cultura y de esa propiedad que tiene de transformar la realidad y dotarla de nuevas cualidades.

Félix Madrigal, Julio Neyra, Jorge López, José Perdomo y otros creadores han diseminado por la ciudad su quehacer artístico patentizando que la vida cotidiana puede aderezarse con buen gusto y sentido práctico.

Félix Madrigal es sin dudas uno de los que más ha contribuido a mejorar el entorno de su villa; a sus murales en el Motel Los Laureles y la Cremería el Kikiri se añaden las esculturas con personajes populares que ofrecen un toque de distinción al Boulevard.

Hace algunos años este artista comenzó (en lo que sería el futuro Boulevard de la ciudad) un proyecto con el propósito de perpetuar a figuras y personajes populares de la villa.

Sin seguir un orden cronológico se instalaron las esculturas de Teofilito, en el hostal Del Rijo, de Miguelito Companioni, en la Casa de la trova que precisamente lleva su nombre; de Serapio, Delio Luna, Francisquito y  Oscar Fernández Morera, en el citado boulevard.

Esta idea de las esculturas vinculadas a las personas y su entorno no es nueva, otras ciudades cubanas como Camagüey y Bayamo también las poseen: además de otras muchas ciudades del mundo.

En el interactuar con los transeúntes las esculturas del Boulevard ya forman parte de lo cotidiano: los forasteros dejan junto a ellas constancia fotográfica de su visita. También los murales se han convertido en símbolos de la ciudad.

Cuando pasen los años otras generaciones admirarán estas obras, con el mismo encanto con que nosotros recibimos de nuestros antepasados las construcciones coloniales que nos legaron y sus pinturas murales.

Ese es el verdadero valor de la obra de arte: Trascender en el tiempo y alentar un mensaje para el futuro.

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El Balcón del Soto ,  ,  

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