Un imitador de Chicharito

Un imitador de Chicharito

Hace muchos años, era muy popular un dúo de actores cómicos que tenía un programa por radio titulado Chicharito y Sopeira.

Mi amigo Arnaldo, en un alarde de memoria, apunta:

—Ese Chicharito del que tú me hablas era el personaje que encarnaba aquel actor, Alberto Garrido, ¿no?

Ansina mismitrico, como diría el otro. Hablo de Alberto Garrido, el recordado artista que formara una inolvidable pareja de humoristas con Federico Piñero, que hacía de gallego.

—Esa pareja de Garrido y Piñero hizo época. —de nuevo, la colosal memoria de Arnaldo—: Yo los recuerdo de los noticieros de la Cerveza Polar en el cine. Pude ver algunos.

—¡Sí…! Yo también. —Ahora apunto yo—: Recuerdo la escena aquella en que Garrido está sentado en el banco de un parque con una vara en la mano, como si estuviera pescando. Y, en eso, se le acerca el policía, que era el gallego Garrido y le dice que allí no se podía pescar.

—Claro, compadre, ¡cómo va a pescar en un parque!

Elemental, amigo Arnaldo, elemental… Sigo la historia:

—¿Te das cuenta? Y, cuando Garrido oye al policía Piñero, pone la caña de pescar en el banco del parque y agarra dos remos y empieza a remar para irse de allí.

—Muchas de esas escenas deben estar en archivos.

—Seguramente en la importante Cinemateca de Cuba.

Y, antes de que mi amigo Arnaldo me apresure, vamos por partes, como diría Jack, el destripador.

—El caso es que quiero hablarte de un imitador de Chicharito. De él hay detalles en el libro de Ricardo Riverón Rojas “El ungüento de la Magdalena”.

—Y ese imitador, ¿era actor aficionado, él?

—¿Actor? ¡No, hombre, no! ¡Ni en sueños!

—Entonces, no entiendo. ¿Tú no dices que era imitador de Chicharito?

—Déjame hacerte la historia. Resulta que a aquel hombre se le encarnaba la barba. Se le enterraba, como dicen por ahí.

—¡Dígame usted! Eso es tremendamente molesto. Pero… ¿qué tiene que ver la barba encarnada con Chicharito?

Tenga paciencia, muuucha paciencia…, decía Chan Li Po: El asunto es que Chicharito Sub Dos probó con vitaminas, pomadas… y no resolvía. Hasta que se encontró con un curandero a quien llamaban Culinga.

—¿Y qué le dijo Culinga, si se puede saber? —Pregunta insistente e impaciente de mi amigo Arnaldo.

—Sencillamente, que se echara betún negro en la cara para imitar a Chicharito. Puedes imaginarlo: en cuanto salía a la calle, los muchachos se burlaban de él. Se parecía al mismo Chicharito. Y, creo que no resolvió lo de la barba…

“…Amigos, suficiente por hoy”.

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Lo que por ahí se cuenta

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