Yudenia, la maestra de Júcaro

Yudenia adora enseñar en su escuelita de Júcaro. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Cada paso que da por el aula revela la ternura de la que le embriagó desde que por aquellos mismos escenarios vestía uniforme y pañoleta.

Sus ojos no dejan de moverse por los cuadernos de sus niños, entre rasgos que arman textos o números que indican una operación matemática.

Enseñar siempre fue el sueño de Yudenia. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Cada tarea vencida de sus muchachos le arranca la sonrisa de alegría implícita en su alma guajira, esa, que desde el 2006 le llevó de la mano hacia la escuela José María Padrón, en la comunidad rural de Júcaro, en el municipio de Yaguajay.

Y allí, desde aquel entonces, comenzó a dibujar el arte infinito de ser educadora, con el traje y los pinceles de maestra multigrada, un reto aliado al compromiso de llevar el saber a los hijos de sus vecinos, de sus amigos, los retoños de esa gente noble del vecindario.

Los niños son para Yudenia su incentivo mayor. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Y más que las exigencias que implica enseñar y educar bien, su verbo refiere a la comunidad, a las familias, a su asistente educativa Yanelys López, a la trabajadora social y a otros que hasta la escuela llegan para hacer mejor el proceso de la enseñanza.

“Los niños son maravillosos”, revela su verbo, ese que indica, sugiere, que conspira para que los saberes se hagan más dóciles y se prendan bien en sus muchachos de segundo, quinto y sexto grados.

Yudenia (D) y su asistente Yenlys, en su cotidiano andar por la enseñanza. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

“Es que la escuela es mi otra casa, muy pegada a mí, a la que dedico más tiempo que a mi propio hogar; ser maestra fue mi sueño, y aquí estaré hasta que necesiten de mí”, revela Yudenia Pérez Borges, con esa ternura, la misma que cada día le acompaña en el arte de enseñar.

Los niños son maravillosos, refiere Yudenia. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Yanelys López, la asistente educativa, es también alma de la escuela. Foto: Oscar Alfonso Sosa.