Camilo, siempre vendrás del mar
No supimos nunca donde el Señor de la Vanguardia exhaló su último aliento en el mundo de los vivos, sin embargo lo tocamos, lo sentimos, está ahí. Unas veces anda inquieto en el alma inocente y feliz de los niños, otras desanda por la sierra y por los llanos, casi en silencio como para contemplar mejor la obra que se ha levantado durante más de sesenta años.
Aquellos días de octubre de 1959, cuando la vida pareció morir, cuando los mares y pantanos amenazaron con secarse para advertir la presencia del Héroe de Yaguajay, un hilillo de voz venido de un espíritu cristalino emergía de las aguas y llamaba a continuar la marcha. Para entonces la lucha contra los injustos apenas comenzaba.
Desapareció a los 27 años de edad, pero ya había cultivado leyendas imborrables, ya sus hazañas y modestia eran paradigmas del pueblo. “Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo” decía de él Ernesto Che Guevara y dijo más “Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa”.
El pueblo de Cuba supo de este temple, por ello en aquellos 11 días de ininterrumpida búsqueda, la nación entera paralizó la rutina y no quedó piedra sobre piedra que no fuera removida, sin dudas la gente buscaba algo que les pertenecía.
En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo. Ya lo dijo nuestro máximo líder Fidel Castro Ruz: no tenía la cultura de los libros, tenía la inteligencia natural del pueblo, que lo había elegido entre miles para ponerlo en el lugar privilegiado a donde llegó, con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y devoción sin pares.
Cada 28 de octubre las aguas traen su imagen a las orillas, comienza entonces la danza de las flores y con ella declama el poeta: “Vendrás del sol. Y en la brisa al ir del trueno a las rosas, un vuelo de mariposas evocará tu sonrisa”.
