Rostros y brisas cotidianas de mujer
Su presencia no es silenciosa; es activa y perenne.
Puede uno buscarla en cada escenario, y allí están ellas, reveladas en las más disímiles faenas y hasta en ese don de alumbrar cada sitio por donde pasas.
No son la intermitencia. Son la perpetuidad, la brisa tierna y suave que todo lo embriaga para bien.
Son pedestal, energía vital, guía certera.
Por ello no habrá nunca calendario que alcance para reconocerlas, agasajarlas y menos para recordarlas.
Porque ellas, las mujeres, siempre serán ese sendero iluminado imprescindible.
En una de sus virtudes, veladoras de la vida.
Cuando se hable de emprendimientos, allí está la mujer.
Ellas encierran sabiduría, experiencia y ternura.
En la ruralidad, ellas son imprescindibles.
Cada escenario que ocupan se ilumina con su presencia.
Sus manos crean lo imposible.
Sus rostros y sus brisas se hacen cotidianos.
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