Che y Camilo hermanados por el deporte

Che y Camilo hermanados por el deporte Foto de Archivo

Octubre se inscribe para la Revolución cubana y para nuestro pueblo, como un mes de luto. Este 28 de octubre, en el 63 aniversario de su desaparición física, Camilo Cienfuegos, sigue vivo entre nosotros, junto al Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara.

Al encuentro de ellos, acudimos todos, hasta en la distancia. Sus miradas, de largo alcance los llevaron a ser precursores del movimiento deportivo cubano. Innumerables anécdotas reflejan el gusto y la preferencia del Che y Camilo por la práctica del deporte.

Camilo y Che no han muerto, hoy y siempre, seguirán vivos entre nosotros. Para los cubanos, los recuerdos de ambos próceres son imágenes que se traspolan como fieles precursores del movimiento deportivo cubano.

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A pesar de su enfermedad asmática, la tenacidad del Che para enfrentar deportes era admirable. Incursionó principalmente en el ajedrez, el cual entrenaba también durante las horas nocturnas de la guerrilla en la Sierra Maestra del oriente cubano.

Practicó fútbol, ciclismo, carreras de moto, pesca deportiva y alpinismo, con el cual desafió su padecimiento asmático. Como periodista dejó sus huellas imborrables en las páginas de revistas especializadas en rugby, y en los segundos Juegos Panamericanos, celebrados en México.

Una prueba más de las raíces echadas por este argentino de pura cepa, pero cubano de alma, están en su incursión por el béisbol vistiendo las franelas de Occidentales, en las canchas de baloncesto y en las piscinas junto a Camilo.

Sin embargo, la incursión de Che en la pelota ha sido poco divulgada, a pesar de vincularse con ella desde mucho antes de convertirse en el primer comandante del Ejército Rebelde.

En el libro Che deportista, William Gálvez relata su acercamiento a los cubanos en Guatemala y México lo que hace que el joven médico argentino se relacione también con nuestro deporte nacional. Ya en la Sierra, acrecienta su afición por esta disciplina, estimulada, tal vez, por su amistad con Camilo, pues éste era un ferviente simpatizante del deporte de las bolas y los strikes, además de buen pelotero. 

La siguiente anécdota, contada por Pablo Cabrera Piloto, integrante de su columna, reafirma su amor por la pelota: “se encontraban Che, Camilo y otros compañeros; Camilo se había agenciado unos guantes y una pelota de béisbol y organizaron en el área del secadero de café un juego de pelota con dos bases.

Los equipos eran de seis jugadores: receptor, pitcher, primera, segunda y dos jardineros, capitaneados por Che y Camilo, los dos lanzadores”.

De la forma en que se relata hay que imaginarse los deseos que tendrían de jugar, pues lo hacían en un terreno irregular, y a cada rato la pelota rodaba cuesta abajo, por lo que tenían que interrumpir el partido hasta encontrarla.

Al final ganó el equipo de Camilo, no sin antes tener lugar buenas discusiones por los intentos de picardía de ambos bandos.

Después del triunfo de la Revolución, las múltiples tareas le impidieron al Comandante Guevara volver a jugar pelota.

No obstante, en varias oportunidades acompañó a Fidel, Raúl, Camilo y otros a los estadios, donde presenció numerosos partidos.

Y como la historia, sin ella nada es comparable ni explicable, también quiso unir a Camilo en este octubre de añoranzas y recuerdos. Sobre el Señor de la Vanguardia se han hecho muchas anécdotas y pasajes siempre vinculados al Che, que los llevaron a estar unidos en el tiempo.

El gran anhelo del hombre del sombrero alón, como también se le conoció a Cienfuegos, fue jugar pelota y lo materializó. Desde niño la posición que le atrajo fue la receptoría, jugando en la inauguración de la Pequeña Serie Mundial de la Liga Triple “A”.

Siete meses después de la victoria de la Revolución Cubana, se pacta un encuentro de pelota entre los Barbudos y la Policía Nacional Revolucionaria.

En el estadio del Cerro hay expectativas. Se rumora por el posible duelo de pitchers entre Fidel y Camilo. El líder de la Revolución calienta el brazo. Le proponen la idea al Señor de la Vanguardia. Sin responder, Camilo regresa al dogout de su equipo, los Barbudos.

Los minutos pasan, y de pronto Camilo irrumpe en el terreno, pero con los arreos de receptor puestos. Presto, se dirige hacia donde Fidel Castro calentaba. Cuando le dijeron que su equipo era el otro, responde afirmativamente: “No, no, contra Fidel, ni en la pelota”.

 

 

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