La ley de comunicación, ya es ley
Al fin! y ¡Por fin!, la ley de Comunicación Social , ya es ley. Y lo de la repetición es una redundancia intencional.
Así lo certifica su publicación desde este 5 de junio en la Gaceta Oficial de Cuba la que oficializa la legislación y sus reglamentos, instrumentos sin los cuales lo que hace más de un año aprobaron los diputados al Parlamento cubano, no sería lo que es definitivamente a partir de esta fecha.
Por eso este acto convierte a la jornada de este miércoles en un momento trascendente ya que, a pesar de la demora en el tiempo, se trata de la primera plataforma que en Cuba da carácter de ley a la comunicación, un reclamo de décadas de expertos en la materia y de otras personas necesitadas de que esta esfera cobre la importancia que tiene en el mundo.
Que desde ahora la comunicación se arrope de un andamiaje jurídico debe favorecer los procesos relacionados con la rama, más no debe resolver de golpe problemas asociados a ella y que se han afincado en la mentalidad, el verbo y lo que es peor, la acción de las personas.
Se sabe porque se ha insistido en toda la antesala de su aprobación oficial , que la ley transversaliza a toda la sociedad ya que abarca a las esferas mediática, institucional, comunitaria y comercial, que es como decir Cuba entera, ya que como ciudadanos nos desenvolvemos en estas, de una forma u otra.
Por tanto esta no es un asunto de académicos y profesionales de la materia, aunque fueran los principales impulsores de su puesta en práctica. En primera y última instancia, el fin de la comunicación es el público, la gente, esa que precisa acceder a una información veraz, oportuna, utilitaria, a tono con el derecho que le concede la Constitución de la República.
Y esta, la información, debe gestarse en los medios tradicionales y digitales , en las instituciones, en las comunidades o comarcas, en los espacios comerciales, una de las aristas más novedosas al involucrar a términos que se habían desterrado del vocabulario cubano desde hace más de seis décadas como la publicidad y el patrocinio y que regresaron a nuestra realidad, en parte, por la proliferación de actores económicos privados y foráneos que en la práctica usan estas herramienta en sus negocios.
Nada más lógico que la comunicación actual se parezca a la Cuba de hoy, diversa, diferente, cambiante.
De lo que se trata es de saber y poder utilizar las herramientas que la nueva ley ofrece para el bien común. También de saber lidiar, de las posibilidades, siempre a partir de los límites que toda norma contiene, mucho más esta que, al referirse a términos tan polémicos como la libertad de expresión, el derecho de los ciudadanos a recibir y solicitar información, caminará por terrenos movedizos.
¿ Resolverá la ley de comunicación social, oficialmente nacida este 5 de junio , vicios de años en torno a esta práctica como la negativa de los funcionarios a ofrecer información, veraz y oportuna a al pueblo o desterrar el secretismo mediático? No lo creo-
¿Serán más accesibles al público los directivos desde sus instituciones donde a veces el acceso a ellos es imposible o allí en la comunidad donde se espera interactúen más a menudo desde el dialogo directo y diáfano? Vivir para ver .
¿Estamos preparados para convivir con anuncios publicitarios sin que tilden de capitalistas a sus promotores? Habrá que esperar.
¿Cómo coexistir con internet y las redes donde los límites de la libertad de expresión suelen confundirse, manipularse, extorsionarse?.
Demasiadas preguntas y más, rondan el nacimiento de la ley de comunicación social, un parto que en Cuba debe ser para bien.
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